Cuando alguien se dedica a mentir, y te pillan, contribuye, ella o el mismo, a perder toda la credibilidad que pudiera haberse ganado a lo largo de los años; pero si además, se aportan para intentar justificarse, documentos de escasa credibilidad, e incluso manipulados, y se trata de documentos públicos o que afectan al funcionamiento de lo público, se obliga a la justicia a tener que tomar cartas en el asunto.
Esto es lo que le ha pasado a la Sra. Cifuentes con su máster. Ha mentido, ha aportado documentos sin credibilidad, donde incluso se han constatado manipulaciones en los mismos, y ha obligado a la justicia a tomar posición.
A la Sra. Cifuentes, con ese famoso máster de la
Universidad Rey Juan Carlos, que luce en su currículum (o lucía, porque ha
renunciado a él, aunque no se puede renunciar a un máster) le va a doler bastante la cabeza, y le va a doler de verdad.
Aquí os dejo la secuencia de los hechos para que cada una y uno de vosotros saquéis vuestras propias conclusiones. Yo las mías las tengo absolutamente claras:
1. Haber obtenido un máster de la Universidad Rey Juan Carlos con notas
falsas. Todo apunta a que un funcionario cambió dos notas del sistema
informático y pasó de suspenso a notable. La reacción de Cristina Cifuentes se
produjo a las pocas horas, con un vídeo grabado desde su despacho y distribuido
en redes sociales en que asegura que no pensaba dimitir y que las acusaciones eran falsas. A pesar de esta rápida respuesta, luego tardó cinco días en
aparecer para dar más explicaciones.
2. El 2 de abril se publicó en los medios de comunicación que Cifuentes se había matriculado
en el máster tres meses después de que empezaran las clases, algo completamente
prohibido por la universidad. Crece la presión contra Cifuentes y los líderes
de la oposición piden que dimita. Sin embargo, el PP arropa a la presidenta.
Cifuentes sigue denunciando que es víctima de una persecución.
3. El final de las crisis comienza cuando se reconocen los
errores cometidos. Pero Cristina Cifuentes en ningún momento ha reconocido
tener culpa alguna en este caso. Además ha amenazado con denunciar a los
periodistas que han destapado el caso y ha asegurado que se siente víctima de
una persecución
4. El 4 de abril se publica que el acta del TFM se fabricó y
tiene dos firmas falsificadas. Sin embargo, Cifuentes defiende en la Asamblea
de Madrid que su máster es completamente legal y exhibe varios documentos de la
URJC que lo acreditan. Sin embargo asegura que no tiene en su poder el trabajo.
El 5 de abril se publica que el tribunal que evaluó el TFM
de Cifuentes nunca se reunió y que las tres profesoras que firman el documento
nunca formaron parte de ningún tribunal de ese máster. Una de las docentes,
Alicia López de los Mozos, corrobora esa información y denuncia que su firma
fue falsificada. La URJC denuncia el caso ante la Fiscalía.
El 6 de abril, el director del máster reconoce que el rector
de la URJC le pidió que ‘reconstruyera el acta’. Éste niega la mayor pero
reconoce que no sabe si Cifuentes defendió su TFM.
A pesar de la abrumadora cascada de evidencias que revelan
que Cifuentes no hizo el máster, la presidenta se ha mantenido en sus trece y
en ningún momento ha reconocido los hechos. Su estrategia de enrocarse choca
con la imagen que se tenía de ella: un verso libre en el PP, una mujer
progresista, con tatuajes interesada en la moda y en la cultura urbana. Es
decir, la anti-Esperanza Aguirre. Pero su respuesta a toda esta situación ha
sido idéntica a la que tuvo su antecesora cuando huyó de la Policía Municipal:
negar los hechos y asegurar que es víctima de una persecución.
5. Sin duda, a Cristina Cifuentes le han crecido los enanos en
estas últimas semanas. La puntilla se la ha dado su compañero Pablo Casado, que
también tiene un máster sospechoso y un currículum inflado. Sin embargo, desde
el punto de vista de la comunicación el diputado por Ávila actuó de una manera
más rápida y humilde.